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Tejiendo ecosistemas de innovación y resiliencia en Venezuela

Tiempo de lectura: 8 minutos | 

Venezuela enfrenta desafíos que exigen adaptación y transformación. En este contexto, la resiliencia y la innovación se erigen como pilares fundamentales para impulsar el progreso y construir un futuro más prometedor.

En este artículo, exploramos el valor de crear ecosistemas de resiliencia e innovación, centrándonos en el papel crucial que desempeñan las organizaciones no gubernamentales en este proceso de cambio.

 

Nos adaptamos o nos extinguimos

Venezuela se encuentra inmersa en una compleja realidad. Cuando hablo de compleja, no me refiero simplemente a que sea difícil de comprender o resolver, sino que quiero señalar que es como un rompecabezas gigante, donde muchas piezas están interconectadas de formas que a veces no podemos prever. 

Ante este panorama desafiante, la capacidad de adaptación se convierte en un activo invaluable. La resiliencia, crucial para aprender y recuperarse de la adversidad, no sólo ayuda a sobrellevar dificultades, sino también a identificar oportunidades. 

Pero como mencionaba, la mera resistencia no es suficiente y allí donde el aprendizaje que nos dejan los retos que afrontamos puede hacer que la innovación emerja como un catalizador del cambio social, ofreciendo nuevas perspectivas y soluciones creativas a los problemas. La sociedad civil organizada es un actor clave al desplegar su experiencia y compromiso para generar impacto positivo en la sociedad.

Las organizaciones sociales merecen reconocimiento por haber acompañado a la sociedad venezolana en momentos difíciles. Para ello, algunas de ellas, han exhibido su capacidad para identificar problemas, diseñar soluciones efectivas, movilizar recursos y ejecutar proyectos innovadores. Esto las convierte en agentes de cambio.

Sin embargo, no podemos ignorar la realidad que enfrentan muchas otras. Algunas se encuentran al borde de la extinción, enfrentando dificultades financieras, jurídicas y operativas que amenazan su continuidad. Aquellas que han logrado mantenerse operativas han debido echar mano de una capacidad impresionante para adaptarse a un entorno retador y en constante cambio. Esto ha implicado enfrentar procesos internos dolorosos y desafiantes, pero necesarios para sobrevivir y continuar sirviendo a sus comunidades.

El camino hacia la adaptación y la supervivencia no ha sido fácil para todas las organizaciones. Mientras algunas han logrado navegar con éxito por este terreno difícil, otras aún enfrentan el desafío pendiente de reconocer la necesidad de adaptación y comprender cómo llevar a cabo este proceso de manera efectiva. 

 

Que hemos aprendido de las organizaciones resilientes

Otro aspecto que hay que reconocer a la sociedad civil organizada es que ha demostrado una resiliencia notable en medio de condiciones adversas. Este fenómeno se manifiesta a través de una serie de aspectos interrelacionados que han sido fundamentales para su capacidad de adaptación y supervivencia.

Una de las características más destacadas ha sido la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Estas organizaciones han demostrado una notable habilidad para ajustar sus estrategias y operaciones de manera rápida y eficiente frente a situaciones cambiantes, permitiéndoles responder de manera efectiva a las necesidades emergentes.

La innovación y la creatividad también han sido pilares clave en su resiliencia. En medio de recursos limitados y restricciones operativas, estas organizaciones han buscado constantemente nuevas formas de abordar problemas y encontrar soluciones alternativas. Han demostrado una capacidad para pensar de manera creativa y aprovechar oportunidades incluso en medio de la adversidad.

El liderazgo resiliente ha sido fundamental para que estas organizaciones se adapten. Los líderes han sido capaces de mantener una visión a largo plazo, inspirar y motivar a sus equipos, y tomar decisiones difíciles en momentos críticos. Su determinación y capacidad para mantener la calma y el enfoque han sido cruciales para guiar a sus organizaciones a través de tiempos difíciles. 

Además, estas organizaciones han reconocido la importancia de construir y mantener redes de apoyo sólidas. Han establecido alianzas estratégicas con otras organizaciones nacionales e internacionales, instituciones académicas, empresas y comunidades locales para compartir recursos, conocimientos y experiencias. Esta colaboración clave ha fortalecido su capacidad de resistencia colectiva y mejora su efectividad para enfrentar desafíos. Algunos ejemplos del poder de trabajar en red los podemos conocer a detalle en la “importancia de las alianzas en el tercer sector venezolano”. 

Sin embargo, un aspecto que merece mayor atención por parte de la mayoría de las organizaciones sociales es el cuidado integral del bienestar de las personas que forman parte de ellas. Esto implica no solo garantizar un ambiente de trabajo saludable, sino también promover el equilibrio entre vida laboral y personal, proporcionar apoyo emocional y psicológico, y fomentar un sentido de pertenencia y comunidad dentro de la organización 

Es esencial recordar que detrás de cada miembro de una organización hay una persona con sus propias experiencias, emociones y necesidades. Por lo tanto, es fundamental aproximarse a ellos desde la compasión, el respeto y el cuidado, reconociendo su individualidad y brindando el apoyo necesario para su bienestar integral. Simon Sinek, en su enfoque sobre el liderazgo, nos recuerda que «el verdadero trabajo del liderazgo no es tomar el mando, sino cuidar de las personas a nuestro cargo». ¿Estamos cumpliendo con eficacia este aspecto del liderazgo? Todos tenemos la oportunidad de ser mejores líderes cada día. 

Por último, otros aspectos que he observado en estas organizaciones es que han adoptado una mentalidad de aprendizaje continuo. Han reconocido la importancia de aprender de sus errores y capitalizar las lecciones aprendidas para mejorar y fortalecer su capacidad de enfrentar futuros desafíos con mayor eficacia.

Pero no solo aprender de los errores, sino aprender de las nuevas tendencias. El aprendizaje no es una tarea acabada cuando nos graduamos en la Universidad, es un proceso constante que implica asumirnos como aprendiz. 

Además, es importante destacar que la capacidad de aprendizaje continuo no es exclusiva de personalidades curiosas o determinadas, sino que es una habilidad que se puede cultivar y desarrollar. Aprender a aprender implica adoptar una actitud de apertura, curiosidad y disposición para adquirir nuevos conocimientos y habilidades en cualquier etapa de la vida.

 

Tejiendo ecosistemas de resiliencia e Innovación

En la medida en la que los procesos de resiliencia e innovación organizacional se han generado también se ha tejiendo un ecosistema y en el proceso de tejer ecosistemas de resiliencia e innovación, es crucial reconocer que estos no pueden prosperar en un vacío aislado. Por el contrario, su fortaleza y capacidad de expansión se sustentan en valores fundamentales como la colaboración, la diversidad y la experimentación.

La colaboración se convierte en el hilo conductor que puede unir a diferentes actores y organizaciones en la búsqueda de soluciones comunes. Al trabajar de manera conjunta, se multiplican los recursos, conocimientos y experiencias disponibles.

La diversidad, por su parte, puede enriquecer ese tejido al incorporar una amplia gama de perspectivas, generaciones, habilidades y enfoques. Permitiendo la exploración de soluciones fuera de lo convencional y la identificación de oportunidades que de otro modo podrían pasar desapercibidas.

La experimentación puede ser el motor que impulsa el crecimiento del ecosistema venezolano que se ha estado tejiendo. Un ambiente propicio para la prueba y el error, estimulará la búsqueda de nuevas ideas y enfoques, así como el aprendizaje continuo. Esto sin duda, implica la disposición a asumir riesgos y a salir de la zona de confort.

Sin embargo, para que estos principios puedan florecer plenamente, es necesario gestionar los egos y nuestras preferencias por círculos de conocidos. En su lugar, debemos dar paso a la amplitud de visiones y a la colaboración genuina, reconociendo que la verdadera fuerza de los ecosistemas radica en la diversidad y en la capacidad de trabajar juntos hacia un objetivo compartido.

Como líderes y agentes de cambio, tenemos la responsabilidad de tejer juntos los hilos de la resiliencia y la innovación en nuestro país. Asumamos el compromiso de colaborar, diversificar nuestras perspectivas y fomentar la experimentación.

Información del autor y su organización:

Adriana Narvaez Cote

Abogado – Coordinadora de gestión de Unidos en Red y Venezuela sin Límites

Consultora en proyectos y procesos organizacionales, con experiencia en innovación, agilidad y financiación social. Estudié Derecho (UCV), una Maestría de Gobierno (Unimet), además de un Diplomado de Asuntos Públicos (IESA) y certificación Scrum Master. Colaboré con la Gobernación de Miranda y la Asamblea Nacional en temas de investigación y desarrollo, así como con empresas y ONG en iniciativas de cambio social. Combino mi pasión por la tecnología con un compromiso profundo hacia el desarrollo social y la inclusión.

La Fundación Venezuela sin Límites no se hace responsable por el contenido expresado en este artículo, ya que este refleja únicamente las opiniones y perspectivas del autor. Los lectores asumen la responsabilidad de evaluar la veracidad y pertinencia de la información proporcionada.

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